68. Resoluciones Centradas en Principios Sólidos
- Alejandro Bolaños Davis

- 31 mar 2021
- 3 Min. de lectura
Esta semana sagrada por la muerte y Resurrección de Cristo Jesús es perfecta para hacer una reflexión en la que enterramos nuestros malos hábitos y renacemos con un mejor carácter.
Para poder cumplir con éxito nuestras resoluciones antes debemos de aclarar dos cosas: primero ¿quién soy? Reflexionando me entero que soy más que el lugar donde nací o crecí, soy más que mis creencias y mis hábitos, más que mi cuerpo y mi mente. Que no soy víctima de los resentimientos y miedos por las apaleadas que me daban cuando niño, ni de las cosas que he o no he aprendido en mi vida. Soy mas que todo eso, soy quien decide ser dueño de la película de mi vida, sobre la que sí tengo control y que yo decido ser héroe, villano o un don nadie.
Además, necesito descubrir mi propósito ¿Cuál es la misión de mí vida?¿hacia dónde debo ir y aprender lo que necesito? Así descubro lo que requiero transformar o cambiar en mí. Es un conocimiento profundo de mí mismo y de los principios que producen desarrollo pleno y cambios efectivos que incluye: un diagnóstico, inventario o valoración de mi estado presente, un compromiso inclaudicable con buena retroinformación y acciones precisas y oportunas.
Cambiar un hábito no es fácil. Se requiere más que un simple deseo o “pensar positivamente”, o de ir a un seminario-taller, o a la iglesia. Requiere de responsabilidad, o sea, la habilidad para responder correctamente ante cualquier situación o circunstancia que se me presente. Mi compromiso para cumplir mis promesas y acuerdos debe ser más poderoso que cualquier estado de ánimo y/o circunstancia. También requiero diseñar un sistema de exigibilidad con consecuencias, para obligarme a mí mismo a cumplir. Puede ser un padrino ejemplar, o un coach que me guíe por ejemplo.
Debo tomar en cuenta que enfrentaré bloqueos y dificultades que restrigen mi progreso. Mis pasiones y apetitos físicos, mi soberbia y orgullo, mis ambiciones, mis malos hábitos me limitan. Para superar lo anterior debo disciplinarme, ser consistente y no negar mis recaídas; ademas, ser humilde y aceptar la verdad siempre. O controlo los apetitos de mi vida o estos me controlarán y destruirán. Requiero de sabiduría para ser saludable. Mientras más viejo mas sobrio o equilibrado necesito ser. Mi metabolismo ya viejo es otro. Vivir sin excesos, sin caer en la indulgencia, comiendo, bebiendo, jugando, gastando, creyendo que me lo merezco.
Debo mejorar mi carácter y aprender a vencer mi soberbia. Reconocer que mi voluntad es el problema central y que existe una voluntad superior a la mía centrada en principios correctos como el amor, la responsabilidad, honestidad, la verdad. Solo así podré vivir en armonía con los valores y principios correctos para tener éxito-- cosecho lo que siembro. Los truqueros, mentirosos, los manipuladores (que generalmente son conocidos, familia o amigos cercanos) desinforman e impiden se sepa la verdad – son deshonestos. Debo apartarme de las personas tóxicas que contaminan con sus malos hábitos, sin rencor y sabiendo perdonar sus ofensas.
Para vencer las fuerzas que pueden restringir mi propósito dedicaré mis talentos y recursos a causas nobles – y a hacer el bien común, al servicio de los demás, en lugar de buscar fama, riquezas, poder. La humildad es la madre de todas las virtudes. Debo aceptar que uno es el problema o parte del problema. Debo conectarme a un poder superior, Dios, con una voluntad ética, moral, ese “inconsciente colectivo” (ver Carl G. Jung) y sin empujar agendas o el “qué me vas a dar, cuál es mi tajada, qué me toca mí.” Nada de conspiraciones ni competencias mezquinas.
Para vivir en paz debo poseer ese espíritu de servicio a los demás con integridad, o sea, fortalecer mi unidad interna, con responsabilidad y hacer lo que digo que haré. Debo controlar y dominar con inteligencia mis emociones y ser maestro de mí mismo. Cumplir con mis promesas siendo exigible y obediente a la guía de un padrino. Al ser así, facilitaré mi propio desarrollo y seré mas feliz.
Espero que esta reflexión en Semana Santa sea útil para quien la pueda necesitar.
Carpe diem
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