71. Nicaragua y la Posmodernidad.
- Alejandro Bolaños Davis

- 7 abr 2021
- 4 Min. de lectura
Si pensamos en nosotros como país ¿cuáles son nuestras posibilidades para salir adelante? ¿Qué tenemos y cómo lo hacemos?
Si dijese una cosa mas importante que caracteriza la “modernidad” es la falta de fe en la trascendencia. La ciencia deslegitima muchos “conocimientos excluidos” y pone límites, reduciendo la realidad solamente a lo que puede medir y replicar. Este seria el modelo o estado-mental del paradigma occidental, que excluye los valores y los significados existenciales.
A media vida desperté en un bosque oscuro y tupido donde no había camino, dice Dante al inicio de la Divina Comedia. Esto mismo podemos decir para cada persona en este Siglo XXI. El existencialismo en mí lo tengo muy despierto, y ahora cuestiono los resultados de la ciencia materialista, atea, desconoce la dimensión espiritual, y muy dominante en la cultura posmoderna.
Con el arte podemos decir cosas de nosotros lo humanos que no pueden hacerlo la tecnología, la psicología, sociología, filosofía, ni las ciencias empíricas, sobre quiénes somos, cómo somos, y cuál es el propósito de la vida.
De los griegos heredamos el uso de la razón, del imperio Romano el cristianismo, de la ciencia moderna una nueva mentalidad, o manera de ver las cosas, y ahora estamos en la era posmoderna, en transición hacia una mente cibernética, robótica pareciera ser.
Somos teístas desde los griegos, el imperio Romano, el cristianismo la edad media hasta el Renacimiento, Leonardo da Vinci fue simbólico porque puso atención en sus dibujos a los detalles de la naturaleza como mensajera de significados mas transcendentales. Aunque esto dejó de ser así con la ciencia moderna que osa controlar todo como un sistema coherente, obediente a sus leyes, que continuamente están siendo superadas.
El dominio del ser humano sobre la naturaleza es un paradigma de la ciencia moderna. Y hubo beneficios: medicinas, mejor salud, vivienda, alimentación, “esa inteligencia humana puede dominar a la naturaleza dicen los científicos”. Y Dios fue enviado a la periferia de este universo científico, como el creador de la naturaleza, hasta ahí, y manos a la obra para descubrir las leyes y armar las partes del rompecabezas creado. El teísmo ha dejado de ser parte de la nueva mentalidad que predomina en el mundo occidental desarrollado y sustituido por el cientificismo tecnológico sin alma.
Hasta hoy el ser humano no ha podido descubrir las leyes del universo. No hay certeza de que el universo contiene un orden y menos aun que el ser humano lo descubra. La física moderna riñe de tal manera con la imaginación (que incluso ayudó a Einstein en sus descubrimientos) que no existe solución en materia de establecer un orden. Es cierto que la humanidad ha crecido en extensión, ya viajamos en el espacio sideral hacia Marte, pero no lo ha hecho en profundidad, con moralidad, que es más importante.
La tecnología no cree en la trascendencia, en Dios. Eso que una partícula se transforma en energía por sí sola, y viceversa, cuestiona si solo existe una dimensión y propone la existencia de otras dimensiones y/o universos paralelos. También, nadie ha visto cómo se ve la consciencia, ni sabe cómo es, y sabemos todos que sí existe, porque la sentimos todos los días de nuestras vidas.
La fenomenología existencialista y la filosofía analítica materialista son los dos pensamientos dominantes y opuestos en los siglos XX y lo que va del XXI en el mundo occidental. Nosotros poco o nada sabemos de la realidad, nadie cree en nadie, vivimos divididos, nuestro modelo-mental occidental parece haber llegado a sus límites y el mundo necesita otra revolución, otro pensamiento. Nuestra mente quedó en blanco, como una “tábula rasa”. Nos confrontamos con esa verdad inefable.
Necesitamos una nueva cosmología, una nueva ciencia. Queremos saber qué es y cómo es ser humano. Por eso filósofos como Nietzsche y Dostoievski tienen arraigo popular. Existe un aire de existencialismo en este mundo tecnológico que presenta un vacío porque no tiene alma. Requerimos de una nueva metafísica que vea la realidad correctamente las cosas tal y como son en su unicidad, sin condicionamientos objetivistas del mundo científico. El ser humano es finito porque nos morimos, aunque sabemos todos que tenemos algo más, un alma que ansía trascender. Ese sentido de trascendencia es importante para el ser humano.
¿Cuál es el modelo-mental como nicaragüenses que poseemos y proyectamos al resto del universo? ¿Acaso somos teístas, primitivos, pobres, fácilmente manipulados por las estructuras dominantes de una realidad geopolítica atea, absorbidos por esos intereses y mercados para poder venderles migajas, evitar que nos castiguen y subsistir como nación? ¿Cómo deberíamos ver para ser y estar mejor? Pascal nos cuenta, sobre las “razones del corazón que la mente desconoce.” Y Franz Kafka también, de que “el orden mundial se basa en una mentira.” Lo sublime y lo banal están hechos un nudo --tremendo enredo. Estamos más allá de la moral y la ética. El egocentrismo maquiavélico domina y se usa para conseguir y sostenerse en el poder en todas partes. ¿Cómo podemos auto realizarnos como seres humanos así? ¡Nicaragüenses todos, la pelota está en nuestra cancha!
Rubén tiene una respuesta para los grandes dinosaurios geopolíticos del mundo posmoderno, “pues contáis con todo, menos una cosa, ¡Dios!” Nuestros deseos de trascender debe ser nuestro norte, nuestra fuente de convivencia y de unidad de todos los nicaragüenses. Dios nos bendiga a todos.Carpe diem
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Carpe diem.
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