77. El Macho-Ratón, Prototipo de un Transgresor.
- Alejandro Bolaños Davis
- 15 may 2021
- 4 Min. de lectura
El GUEGUENSE o Macho Ratón es un pícaro, transgresor, payaso, transformista, que crece con el caos. En algunas culturas el caos es el origen del universo. Los egipcios lo tienen o tuvieron con el dios Sol, Ra, quien nace de Nun, que fue un suceso caótico. ¿Será que el caos existió de primero y el orden después?
Según Joseph Campbell, el transgresor es portador de cultura, nuevas ideas, y creador del orden después del desorden, como un “súper-brujo”.
Existe una pintura rupestre en el techo de una cueva en Francia llamada Les Trois-Frères (tres hermanos), que puede interpretarse como una representación prehistórica del pícaro, payaso, transformista, existe en todas las culturas del mundo como ejemplo del desorden y el caos.
Es el superviviente astuto que desafía la convención, las reglas, las leyes, y las estructuras de poder. Aunque éste pícaro, truquero, también aporta nuevas ideas con su creatividad.
Por un lado, es un Prometeo inteligente, conquistador del fuego para darlo a los humanos y por ello fue condenado por Zeus a que un águila se comiera su hígado de día y de noche se le regeneraba, y un Dionisio dios del guaro, el desastre e insanidad, y también de la fertilidad. Y Hermes, emisario de los dioses que con su casco y sus sandalias aladas ayuda a transitar a las almas a la otra vida, también es protector de delincuentes, viajeros, comerciantes y oradores.
En Nicaragua, el Macho-Ratón transgresor es una comedia que acaba en matrimonio, en fertilidad, como en muchas otras culturas del mundo, logrado esto a pesar de las ambivalencias, incertidumbres, conflictos, y los engaños poniéndose las máscaras de la comedia.
En algunas culturas el transgresor es el hermano conejo quien conoce las veredas, o el Macho Ratón que se burla de las autoridades, o el tío coyote hazmerreir, o el zorro astuto.
Les Trois-Frères es una paradoja: cabeza de venado, ojos de lechuza, garras de oso, cola de caballo y genitales de un león, con barba, pecho piernas de hombre que bailan la danza de la transformación caótica.
En un río crecido, el agua que fluye con fuerza choca contra el suelo, contra las piedras, y todo lo que atraviesa, empujando a las aguas más lentas y cada cosa que toca tiene un efecto perturbador contra las otras partes, y todo esto tiene un efecto de retroalimentación colectiva de forma continua que produce un flujo caótico a distintas velocidades que genera la turbulencia. Al amainar la corriente en verano todo cambia. Es otra realidad.
Cuando estas aguas encuentran una roca grande se recoge o arremolina y se vuelcan sobre sí mismas. Detrás de la roca nace un remolino, que es una autoorganización frente al caos, a la turbulencia. Igual sucede cuando hervimos el agua en una olla, el agua brinca y se auto organiza del caos creando remolinos. También lo vemos cuando salen miles de murciélagos por una cueva al atardecer sin chocar entre ellos, producto de un sistema de equilibrio de retroalimentación positiva y negativa que permite que se auto-organicen. Y en muchos lugares más.
Estos remolinos y auto-organizaciones sostienen su estabilidad afuera del caos mientras las condiciones que los crearon se mantengan dentro de ciertos límites. Estos vórtices o remolinos son inseparables del río que la creó, y cada remolino tiene una forma única producto de los materiales que atraviesa o toca.
Nuestra energía y material del que estamos constituidos los seres humanos fluye igual como los vórtices de un río. Fuimos creados por el flujo del que provenimos. Somos lo que respiramos, ingerimos, pensamos, deseamos, actuamos y experimentamos repetidamente, en el medioambiente que vivimos. El caos es la forma en que la naturaleza es creativa y nos proveyó de una identidad. Cada persona es una creación de la naturaleza.
La creatividad es para innovar y proponer nuevas perspectivas y realidades y es aquí donde nace el caos. El problema, obstáculo, es nuestro condicionamiento psicosocial-cultural, el código o mapa de la verdad para actuar según la sociedad lo dicta. La gente vive dormida o inconsciente de sus hábitos mentales y creencias que no los cuestionan, y estos hábitos las mantiene atrapadas en el mismo círculo o zona de confort, o de no cambio.
La verdad es una experiencia vivida, donde se experimenta estar en unidad con todo el universo. Podemos encontrarla en cosas pequeñas y grandes si vencemos las limitaciones preconcebidas que nos impiden verla, aunque la pongan de frente. La verdad es cuando decimos ¡Eureka! cuando la mente se enciende al descubrir algún asunto cierto.
El caos y la verdad van de la mano. La duda dobla, duplica geométricamente, significa mayores niveles de incertidumbre o entrar en un caos que solo se resuelve con algún tipo de creatividad.
Frente a la incertidumbre, la ambigüedad y la paradoja debemos de crear con el material disponible que tenemos, apreciando cada momento de la vida. Abandonando prejuicios, egos y hábitos. Ese abandono es como morir a una forma de vida para adoptar otra forma de vida. Si no lo hacemos dejamos de ser verdaderamente creativos, y con ello, no habría un cambio.
Aprender a vivir con autenticidad es vivir en el poder de la impotencia, cuando “tocamos fondo”, donde lo individual se abre a lo universal, y actuar desde este nivel de consciencia. Nuestra acción puede perderse en el caos y también pudiera ser parte de un grupo más grande. Para esto debemos poner atención en la retroalimentación que se recibe, pues ésta es la que determina si la acción logra su objetivo.
¿Cómo hacer para que una acción sea convierta en algo viral, que posea ese efecto mariposa que con mover sus alas provoca grandes cambios? No lo sabemos. Solo sabemos que cuando sucede, las personas actuaron auténticamente, con la verdad, con convicción y con mucha actitud positiva.
Mahatma Gandi lo hizo al pararse frente a los tanques ingleses con su satyagraja o resistencia pasiva, dispuesto a morir por la liberación de India. Rosa Parks en los Estados Unidos de Norteamérica lo logró sin planificarlo sentándose adelante en los autobuses segregacionistas y cambió sin pretenderlo la consciencia de toda una nación. Algo que se veía inconcebible. Nadie es una isla. Cada uno forma parte de la totalidad.
Todos somos parte de la consciencia colectiva, por ende, a través del caos una persona o un grupo puede influenciar a todo el mundo. De cada uno depende dar lo mejor de sí mismo siempre actuando con autenticidad, con mucha decisión, voluntad, y desde la verdad.
Carpe diem
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