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79. La Sagrada Selva[1]

Hemos aprendido a ver hacia el cielo con nuestro ego-conciencia individualista, y aprendemos a arrebatar, despojar y destruir estúpida o inconscientemente, el mismo hogar donde vivimos, que nos provee de salud y vida, intentando miopemente satisfacer necesidades abstractas, para minorías oportunistas, guiadas por inconciencias individualistas. ¡Este es mi reclamo! Esta inconsciencia es la enfermedad de nuestra psiquis que vivimos los nicas, así también lo manifiesta el poeta, desde las profundidades de su calvario que vivió. Dice el poeta en “Almas sucias”:


“Abro para el silencio la inercia de la fluida
distancia que no vemos, entre una y otra vida
y tras las cual, las cosas que miramos, observan…”                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                Alfonso Cortés

Todo lo que alteramos y destruimos con nuestra presencia humana sobre nuestra nave espacial tierra, sigue existiendo en la manifestación de las consecuencias correspondientes de estas. Consecuencias que modifican el mismo eje, el mismo centro, o corazón de la tierra y nos “observan… esas cosas que no vimos o vemos y otras que una vez miramos mientras transitamos entre una y otra vida.”


¿Rubén Darío rescata con su romanticismo en la “Selva Sagrada” que él visualizó en sus poemas -- ¿Cantos de Vida y Esperanza y “¿Coloquios de los Centauros”, entre otros?


Rubén provee el ideal, la visión de esa “sagrada selva” fecunda, próspera, que emana del corazón divino y cuya virtud vence al destino -- y es la aspiración a la unidad armoniosa del mundo. Esta espiritualidad que nos produce la “sagrada selva” es universal en todas las culturas del mundo.


La Selva Sagrada.

Mi intelecto libré de pensar bajo,
bañó el agua castalia el alma mía,
peregrinó mi corazón y trajo de
la sagrada selva la armonía.
 
¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda
emanación del corazón divino
de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda
fuente cuya virtud vence al destino!
                            Rubén Darío 

El romanticismo de nuestro insigne poeta mezclado con la mitología griega, hace palpitar el corazón divino para sentir el arte del ritmo y de la armonía. Los movimientos salvajes de la vida en la “selva sagrada” de Rubén, hasta proveen de existencia a objetos inertes para comunicar formas superiores de vida, como cuando “Quirón” explica su atadura a las piedras y rocas en el “Coloquio de los Centauros”. Con su optimismo, Rubén da la magia, la esperanza y la fe, de para detener la destrucción insana a la que nuestro destino, nuestra cultura y forma de pensar nos condena.


Nuestro “Guegüense”, truquero, desconfiado y mentiroso, lleno de premisas retorcidas, generador de conflictos, tiene la capacidad de transformarse en su opuesto, en el también nuestro, --“Huehuetzin” -- o viejo sabio, conocedor de nuestra historia y tradición, con mucha inteligencia emocional, para guiarnos en alcanzar la paz y la unidad, entre nosotros los nicas. Y esto, ya sabemos cómo hacerlo, pues lo hemos hecho antes. Dejemos que sea el espíritu del “Huehuetzin” quien guíe culturalmente, en lugar del arquetipo lleno de anti-valores que representa el truquero mañoso. Esta transformación comienza con la aceptación de la verdad de primero, y el auto-conocimiento auténtico, sobre aquello que provee de vida y lo que la quita.

Además, la “sagrada selva” es medicina contra la enfermedad cultural que vivimos. Este tema ya dejó de ser un tema romántico de los poetas y artistas para convertirse en un verdadero problema ecológico y socio-político. Esta medicina, que es la sagrada selva, tiene capacidad para alterar nuestra perspectiva consciente e inconsciente, tranquiliza los egos para escuchar la voz interna que nos hace únicos e inclusivos de la totalidad, y enseña a colaborar para sobrevivir. También enseña humildad, que no somos el centro del universo, y que somos parte de algo mucho más grande.


Aprender a sentir vulnerabilidad al estar a la misericordia de algo mas poderoso, es en este momento que podemos sucumbir ante el miedo, o sentir el confort que nos produce creer en un poder superior.


Lo anterior describe algunas virtudes que necesitamos para vencer los hábitos disfuncionales del “nicaragüegüense” generadores de desconfianza, conflictos internos y subdesarrollo que nos destruyen, y crear, por el contrario, una cultura de confianza generadora de capital social y desarrollo.


Carpe diem


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[1] Extracto el Libro --Sagrada Selva- de Alejando Bolaños D. (de venta en Hispamer)

 
 
 

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© 2020 Alejandro Bolaños Davis
 

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