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60. Nuestro Gran Desafío

En Nicaragua este arquetipo del picaro-burlón, emerge con enorme fuerza como una respuesta de adaptación u supervivencia frente a un mundo externo de conflicto, temor, desconfianza y hostilidad.


El Güegüense emerge del mar de los instintos como una solución de un pueblo subdesarrollado frente a la amenaza de la colonia española en primera instancia (ésta cultura española, por sí mismo ya era una cultura medieval reactiva enemiga de otros pensamientos), luego frente a William Walker y sus filibusteros, después frente a las ocupaciones militares de los EE.UU, y más recientemente frente al comunismo internacional y la ocupación sandino-marxista de los años 80. El Güegüense adquiere especial fuerza en la esfera política y ahora contamina la esfera social destruyendo familias.


Güegüense es el nombre propio que adquirió el arquetipo universal del truquero en Nicaragua. En estas tierras el arquetipo emergió del submundo y adquirió vida y personalidad propia para lidiar con éxito relativo contra la amenaza de los poderes mundiales superiores y se arraiga así en la mente y los corazones de los nicas llegando a formar parte del espíritu, la cultura y la identidad del nicaragüense.


Para los Nicaragüenses el Güegüense es un héroe que por medio de la astucia, la picardía, el engaño, y la burla logra dominar al invasor. Es símbolo y orgullo de nuestra nacionalidad. Es el David que vence a Goliat. El Andrés Castro quien elimina a Byron Cole de una pedrada. Es el pobre que engaña al rico burlándose y robándole en sus narices.


Nuestra principal fortaleza que nos caracteriza como nación y que hemos usado con algún grado de éxito en nuestra historia es ser Güegüense.

El Güegüense es:
· Amistoso, hospitalario,  igualado,  y desconfiado hacia el poder.
· Extrovertido, expresivo, ameno, espontáneo, de fácil palabra para sacar ventaja y con una imaginación vívida hacia el cuento, el chisme, la exageración y la mentira.
· Competitivo, individualista, egocéntrico, cortoplacista, anti-sistema, busca atajos, arreglos y mordidas para resolver y sacar ventaja. Su afán es buscar arreglos y pactos que lo beneficien en lo personal. Posee una visión del mundo en la que él debe ganar y el otro perder. 

Esta forma de ser del Güegüense demostró ser una fortaleza efectiva en tiempos de dominación extranjera. No obstante, esta fortaleza (la burla y el engaño) al usarla en su mundo interno se convierte en su principal debilidad. El uso desmedido de su fortaleza se convierte en su principal debilidad.


La paradoja del Güegüense es que esa estrategia cómica de trato amistoso, igualado, rebanador, esa imaginación vívida, exagerada y mentirosa que aparentemente le funcionó frente a extranjeros poderosos y ayudó a adaptarse al mundo exterior con éxito, está tan internalizado en su naturaleza humana que ahora se convierte en un patrón inconsciente de comportamiento que también lo aplica internamente contra sus hijos, hermanos, vecinos y contra sí mismo.


Su estrategia vulgar y cómica para lidiar con el conflicto se convierte en su propia tragedia. Estos valores/antivalores necesarios para adaptarse y sobrevivir a la amenaza extranjera los aplica ahora contra sí mismo fragmentándose. Su comedia se torna tragedia.


La desconfianza, la burla, el cinismo, la corrupción, la incapacidad para sostener diálogos maduros y productivos, y de sostener relaciones solidarias por el bien del país y el futuro de sus hijos, son ejemplos claros de ser Güegüense. Debemos llamarnos ahora nicaragüegüenses, caricaturizando nuestra forma de ser. Especialmente en el campo de la política, el nicaragüegüense presenta un patrón de comportamiento adictivo a los antivalores antes mencionados.


Su comportamiento es parte de un repertorio totalmente predecible. El nicaragüegüense demuestra incapacidad para utilizar comportamientos maduros y responsables.


El gran desafío que tenemos los nicaragüenses es dejar de ser nicaragüegüenses y acelerar de alguna manera una transformación cultural para generar mayores niveles de confianza entre nosotros y crear capital social que facilite la empresarialidad, el bienestar de las mayorías, la dignidad nacional y la convivencia entre todos los nicas.


El mayor dolor es reconocer y admitir que esta forma de ser que quizá antes funcionó, para algunos, ahora es el principal obstáculo para nuestro desarrollo. El Nicaragüegüense debe abandonar el mando en nuestra cultura política y cederle el paso a una nueva identidad nacional. Darle el mando a la identidad del nicaragüense que quisiera ser.


Debemos aceptar que tenemos que aprender nuevos valores y comportamientos que permitan desarrollar mayores niveles de confianza entre nosotros los nicaragüenses si queremos crecer como nación en el siglo XXI.


Para lograr la transformación cultural debemos concentrarnos en la educación en los colegios para forjar el carácter de los niños, para que ellos sean y posean los elementos fundamentales que permita institucionalizar esta nueva cultura de inteligencia emocional y confianza.


Nuestro predicamento


Nuestro predicamento parece ser que somos muy pocos asumiendo este reto. ¿Dónde están los líderes transformadores hacia lo nuevo? ¿Cómo instaurar las nuevas creencias que elevarán los niveles de confianza entre las personas? ¿Dónde están las personas competentes para ayudar a crear lo nuevo? De pronto se vislumbran algunas siluetas, un día están otro día no..., ¿Cómo darle sostenibilidad a los cambios de cultura desde el voluntariado?


Recordemos que nadie puede dar lo que no tiene, “lo que natura no da Salamanca no lo presta”. En Nicaragua, se empiezan a mostrar rostros muy timidamente, de ese núcleo de líderes forjadores de la transformación cultural y de la nueva nacionalidad para crear el futuro deseado. Si queremos mejorar antes debemos ayudar a conformar ese liderazgo que aglutine a todas las fuerzas vivas del país.


Necesitamos de ese liderazgo para articular la visión de lo nuevo, personas que sean de fiar, y tengan capacidad para establecer relaciones que generen confianza, para diseñar de forma colaborativa el camino de la confianza y el desarrollo, para crear así el capital social necesario que haga surgir la estabilidad, la gobernabilidad, la empresarialidad, la responsabilidad, la convivencia, y el bienestar de nuestra nación.


Carpe diem


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4 comentarios


Walter Soza
Walter Soza
28 feb 2021

Excelente, gracias por compartir su sabiduría, en mi experiencia he venido observando que existen personas que comparto la visión que quieren para Nicaragua, pero están alejado dé la política, pero tiene su forma de aporte en nuestro país. Un ejemplo es su persona.


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Gracias Walter


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